Han pasado diez años desde la última vez que volví a Japón, el lugar donde comenzó mi camino como taikista. Aunque el tiempo ha dejado sus huellas y mucho ha cambiado, la esencia de este país sigue siendo la misma: ese orden, esa armonía, y ese silencio que convive con el bullicio de la vida diaria.
En esta ocasión, mi viaje fue más improvisado. Coincidió con días de descanso y celebraciones familiares, lo que me permitió vivirlo de una forma diferente, más personal y abierta. Durante estos días, tuve la oportunidad de aprender, reconectar y descubrir nuevas perspectivas del mundo del Taiko.
Una lección con Machiko Asano
Machiko Asano, cuyo dominio del Odaiko siempre me había impresionado, me brindó la oportunidad de conocer de cerca su técnica. Su enfoque para tocar el taiko se basa en adaptar tu cuerpo, encontrar tu estabilidad y hacerte grande, no solo físicamente, sino en presencia. Fue una experiencia tan enriquecedora como inspiradora.